SITUACIÓN ACTUAL
En México existen 68 pueblos indígenas que hablan 364 variantes lingüísticas. México es un país que cuenta con una gran riqueza cultural y lingüística; sin embargo, los idiomas indígenas están en riesgo de desaparecer debido a ciertos factores que provocan su desplazamiento por el español. En tiempo reciente (2003) se publicó la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (LGDLPI), cuyo objetivo es preservar y desarrollar sus lenguas. Por una parte, se cuenta con una ley a su favor, pero por otra, sus hablantes cotidianamente son sujetos de discriminación. El estudio confronta lo establecido por la ley con la situación que propicia la pérdida y el desplazamiento de los idiomas.
El Censo de Población y Vivienda 2010 reporta que en México 6 millones 913 mil 362 habitantes de 3 años y más hablan alguna lengua indígena, esto significa 6.6 % de la población de este rango de edad. En cuanto a la distribución, los estados de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Yucatán y Guerrero son los que reportan el mayor número de hablantes. Tan sólo en los primeros cuatro estados mencionados se encuentra poco más de 50% de los hablantes de alguna lengua materna.
En el país se han perdido de manera definitiva más de 100 lenguas de las 500 que existían antes de la llegada de los españoles. En algunas comunidades están a punto de desaparecer pues solo la utilizan las personas de la tercera edad. A pesar de que México es el segundo país de América Latina con mayor diversidad lingüística, actualmente el 60 por ciento de las lenguas que aún se hablan a lo largo del país, están en riesgo de extinción, indicó Fidencio Briceño Chel, director General Adjunto Académico y de Políticas Lingüísticas del Instituto Nacional de Lenguas “Prácticamente el 60 por ciento de las lenguas mexicanas están en riesgo de desaparecer, cada una en distintos momentos, porque no se les valora, no se les usa y han sido arrinconadas a espacios muchas veces comunitarios y fuera de ellos dejan de usarse”
La situación de subordinación en que se encuentran las lenguas indígenas de México con relación al español como lengua dominante, es un asunto que a todos nos debe interesar si queremos contribuir al mejoramiento, a la promoción y al desarrollo de estas lenguas. Quizás más todavía para los que hablaN una lengua indígena porque de ellos depende, en cierta medida, el futuro o la desaparición de nuestro idioma materno.
Actualmente la ley prohíbe la discriminación y la política oficial gubernamental no tiende a la desculturización de los indígenas; sin embargo, cotidianamente se siguen reproduciendo prácticas que los denigran, pues éstas se sustenta en una ideología que diferencia mestizos e indios como categorías opuestas y, en virtud de ello, establece “los mapas geográfico, político, social y étnico con los que concebimos la realidad de México y de la población que habita en él”. Por su parte, la población indígena ha interiorizado estos valores y considera que es mejor romper con su pasado, que representa pobreza e ignorancia según la visión culturizante, y trata de asimilarse para parecerse a la mayoría.
En el caso particular del desplazamiento de las lenguas indígenas por el español, se observa que la coexistencia de los idiomas está marcada por fronteras étnicas y de clase; por tanto, se presenta una relación de diferencias donde a uno se le considera superior y a los demás inferiores. Además, se ha desarrollado una teoría del estigma por medio de la cual se construye una ideología que prueba la inferioridad de las lenguas.
Si bien ya no existe una manifestación abierta del racismo en contra de las lenguas indígenas y en contra de sus propios hablantes, y si por ahora existen legislaciones o leyes que protegen nuestros derechos a hablar nuestro idioma materno, tal como la Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (LGDLPI) promulgadas apenas hace unos años por el Congreso de la Unión y que dio base a la creación del INALI, no quiere decir que con esto desaparece la relación de subordinación que existe entre las lenguas indígenas y el español, aún cuando en dicha ley se reconozcan a las lenguas indígenas como lenguas nacionales.
Estas leyes muy poco contribuirían en disminuir la relación desigual que existe entre los pueblos indígenas y la sociedad dominante sino asumimos una actitud propositiva y a la vez una posición política orientada a la necesidad de fomentar y desarrollar el uso y el estudio de las lenguas indígenas. Es más, debemos darnos cuenta y superar el doble discurso oficial, donde se exalta y se pondera la característica pluricultural y plurilingüe de nuestro país, porque en los hechos se sigue negando y discriminando simbólicamente a los pueblos indígenas. Por eso, si la escuela, como instrumento de poder, ha sido uno de los espacios encargados de reproducir un sistema basado en la homogeneidad cultural y lingüística, en este mismo espacio deberíamos empezar a retomar y aplicar propuestas que tenga relación con el desarrollo de una educación basada en la diversidad cultural y lingüística.
Aun cuando la propuesta de una educación intercultural bilingüe no logra concretarse como una propuesta pedagógica en el aula, creo que es muy importante que los profesores en general, particularmente los profesores de educación indígena se apropien de los principios básicos de lo que representa promover una educación basada en la diversidad cultural y lingüística en el aula.
Un hecho que no tiene relación directa con la situación pedagógica en el aula, es la perspectiva negativa de la inmensa mayoría de los profesores con respecto al futuro de las lenguas indígenas. La opinión generalizada de ellos es pensar que las lenguas indígenas de nada les van a servir a los niños en un contexto donde suponen que el español es la lengua de prestigio y cultura, y que pronto va a terminar reemplazando y sustituyendo a las lenguas indígenas.
Hoy en día en el país se autodenominan indígenas más de 24 millones de personas y de ellas solo siete millones 400 mil son hablantes de algunas de las distintas lenguas originarias. Briceño Chel asegura que fue tras la llegada de los españoles había más de 500 lenguas vivas, pero la enorme diversidad poco a poco fue decayendo.
Si logramos que nuestras lenguas tengan presencia y se usen de manera oral y escrito en los diversos ámbitos sociales, políticos, culturales y educativos, dejaran de ver como lenguas extrañas y sin valor que no aportan nada a la cultura nacional. Por eso, no debemos dejar de insistir en el uso oral de nuestras lenguas desde nuestras propias familias, que es ahí donde realmente deberíamos comenzar, porque la oralidad de cualquier lengua, como bien se sabe tiene más siglos de existencia que la escritura, de ahí que la preservación, promoción, difusión y desarrollo de nuestras lenguas va a depender mucho si nosotros seguimos hablando con nuestros hijos y con los hijos de nuestros hijos si es que nos alcanza el tiempo.